Customize Consent Preferences

To accept its use you can click on the  ACCEPT o ACCEPT ALL COOKIES. If you do not agree with any of these, you can customize your options through the settings/privacy panel.

Always Active

Necessary cookies are required to enable the basic features of this site, such as providing secure log-in or adjusting your consent preferences. These cookies do not store any personally identifiable data.

Functional cookies help perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collecting feedback, and other third-party features.

Analytical cookies are used to understand how visitors interact with the website. These cookies help provide information on metrics such as the number of visitors, bounce rate, traffic source, etc.

Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.

No cookies to display.

Advertisement cookies are used to provide visitors with customized advertisements based on the pages you visited previously and to analyze the effectiveness of the ad campaigns.

No cookies to display.

No todas las partes de una aventura entran en el cuaderno de bitácora. Antes de levar anclas, o de partir, hay que prepararlo todo, pensar bien las cosas, conocer a la nueva tripulación, engrasar la cadena de mando y empezar a visualizar el viaje.

Cada marinero tiene una tarea. Algunos limpian, otros van al mercado, otros ordenan y estiban. Y yo imprimo hojas de datos y guías de aves, cetáceos, especies marinas. Es mi forma de visualizar el viaje mientras respiro profundamente pensando que es una suerte que mi pasión y mi trabajo sean los mismos.

Ayer recogí a los voluntarios. Me gusta esa primera toma de contacto, en la que conoces sus razones para estar aquí, su “por qué”, mientras tú te escapas del tuyo.

Me gusta menos ser el que lleva sus sueños a la realidad, mientras les explico los turnos, las previsiones de viento y los horarios que distribuirán el trabajo a bordo.

No todo el mundo se adapta al ritmo de la misma manera. Y, evidentemente, durante los primeros días soy yo quien supervisa su integración, que la propia experiencia se transformará en confianza, hasta llegar a un punto en el que el trabajo se distribuye sin necesidad de horarios y todos compartimos todo.

Acabo de llenar la cocina con productos locales. A un lado una despensa llena de tomates, berenjenas, alcachofas y pimientos. En el otro, algunos papeles por rellenar. Dentro de unos días será al revés. Se acumularán datos y nos faltarán cebollas. Pero entre medias, además de la comida, compartiremos experiencias, aprenderemos a convivir y, sin saber cómo, seremos como el mar que navegamos. Bancos que, aun pisoteados mil veces, siempre tienen cosas nuevas que ofrecer.

Escrito por Jon López